Capítulo
01: Todo lo que necesitas es desearlo.
… Y un poco de amor propio.
Me
iba a mudar esa mañana, esa era la razón por la cual varias maletas me
esperaban en la puerta, mi departamento no era muy grande, pero si lo
suficientemente cómodo, no estaba segura de si volvería o no, era una suerte
que no tuviese alguna mascota. Abusé de las pastillas prescritas por el último
médico que me había visto hacía casi un año, cuatro en total, tenía una migraña
horrible y un dolor de caderas, me sentía idéntica a una anciana.
Tome
las maletas y cerré bien el departamento, me esperaban cuando mucho 4 horas de
viaje, así que iba armada con mi MP4 cargado y un libro de mitología, esa era,
para mí, la mejor pastilla contra el aburrimiento.
-Oww,
Eve, Era cierto- escuché decir de una voz familiar en cuanto salía del ascensor
en el último piso del edificio. Era Olga, una muy buena amiga, era mi vecina y
la única que me había ayudado a adaptarme cuando había llegado ahí.
-¿cierto?-
redundé
-¡Te
irás!- soltó y me abrazó, olía a fresas, ella era de tez morena y cabellos
caoba, ondulados, formando preciosos bucles suaves que rozaron mis mejillas.
Estaba tan ida y neutral que ni siquiera rezongue por el apretujón que me dio,
parecía preocupada, pero sinceramente me
daba igual, quizás se debía a mi bajo estado de ánimo.
-tengo
qué- respondí luego de que me soltó. Me miró por unos minutos y suspiró como
una madre
-Te
deseo muchísima suerte, nunca olvides que me tienes aquí para lo que necesites-
esas palabras de aliento sumían una atención tan preciosa en mi corazón,
agradecía recibirlas, pero en aquellos segundos apenas sabía cómo emitir sonido
alguno, gesto, mirada. Me limité a solo sonreír, mirándola, quizás con olor a
plástico. Arrastré al cabo de unos segundos mis maletas desplazándome a la
salida, levanté mi mano derecha justo cuando le daba la espalda saliendo por la
puerta, en señal de despedida.
Adiós,
ciudad capital.
De
Caracas a Mérida hay (según
mediciones que creo que alguna vez vi en un libro de geografía) 682 km de
distancia, eso asume de inmediato unas 5 o 6 horas de viaje en autobús. No me
iría en avión, no esa vez. Mis nervios estaban de punta y desde el avión no
vería la plena entrada a la cordillera de los andes, ese olor a tierras
vírgenes y ese color verde que te dice que aun están vivos los mitos guajiros
entre el bosque y montañas. La cordillera de los andes es una formación que
comparten varios países de Latinoamérica, esas montañas imponentes con tantos
secretos y mágicos parajes a lo largo y ancho de todo el continente, subiría
allí dentro de poco. El tipo que siempre acompaña al conductor, creo que es el
guía turístico para los viajeros nuevos se levantó de su asiento delantero en
cuanto salimos de Barinitas, pasando desde los llanos hasta la cordillera.
“Deben mantenerse en sus lugares inmóviles,
suelen existir pasajeros que tienen problemas de oxigenación al sucumbir en el
encanto de las montañas, estamos subiendo a casi 3000 metros sobre el nivel del
mar, la temperatura baja y suelen conocerse fenómenos en el cuerpo humano como
lo es el ‘mal de páramo’…”
Proseguía
inspirado tal sujeto en su exposición bien aprendida de un trozo de papel, yo
ni siquiera me tomé la molestia de doblar mi cuello hacia él para verle el
rostro u oírlo, mis ojos no se despejaban de las montañas sin fin que me
esperaban y la neblina preciosa que hacía acto de aparición de a poco como un
encanto mágico. Mis manos estaban sobre mis piernas, apretando el MP4 apagado
desde hacía unos minutos y el libro de mitología que no había abierto por mi
despiste a la hora de leer. Estaba muy aturdida como para darme lujos de leer
procesos mortuorios egipcios o a los filósofos griegos diciendo el origen
mítico de la creación.
-señorita…
señorita.- de pronto sentí que alguien tomaba mi brazo izquierdo,
automáticamente recordé que de ese lado iba un pasajero que compartía lugar
conmigo. Al fijarme recordé que había sido una anciana que tejía con bastante
esmero y gracia. Yo no había emitido palabra alguna durante todo el viaje a
pesar de sus intentos por buscar conversación o sus ofrecimientos de galletas o
refrigerios.
-¿sí?-
inquirí, dudando en hablar o no, pues había hasta olvidado como sonaba mi misma
voz, me sucedía con frecuencia al obviar el don de hablar
-el
señor, le preocupa que estés ahí inmóvil, ¿te sientes bien?- dijo la anciana
con un claro tono de preocupación, me enderecé la espalda sentándome derecha en
mi lugar llevando mi mirada –pero no mi atención- hacia el frente
-no
es la primera vez que vengo, de hecho, nací y crecí en el páramo- mascullé
fastidiada por la mirada de todos hacia mí. Pensaba que eso bastaría para que
dejasen de observarme. Tras unos segundos de silencio engreído de mi parte,
funcionó. Pero no con la anciana.
-Pareces
no muy agradecida de la magia de las montañas- susurró la vieja a mi lado
-¿Tan
cara de amargada tengo?- cuestioné con la cabeza baja
-¿Amargura?,
no, no es la palabra de lo que destilas, parece más tristeza, ¿regresas a tu
pueblo?-
-sí,
con malas noticias-
-Ninguna
puede ser tan mala noticia si te invita a volver a donde naciste- dijo la mujer
que seguía entretenida en su pieza, tejiendo
-¿Y
si quedas huérfano con cuatro hermanos? ¿Y si tu padre te dejó sola con una
madre que se desgastó lejos de ti solo porque escogiste huir?-
-¿Vienes
de Caracas por qué? ¿Escogiste vivir ahí solo por capricho?-
-quería
estudiar-
-¡Entonces
no huiste!- dijo la anciana que por primera vez soltó su laboriosa misión manual
y viró a verme –linda, disculpa mi intromisión en tus problemas- suspiró –la
verdad es que desde que te vi subir al autobús sentí en ti una gran… no lo sé,
tu mirada me denoto algo familiar, ¿sabes? No desaproveches la oportunidad.
Cuando algo desaparece, muere, es porque
otra cosa surgirá, renacerá o se sembrará.-
Quedé
patidifusa con sus palabras. La anciana continuó con su labor, como si
estuviese segura de que hizo lo correcto entrometiéndose y yo solo permanecí
ahí, con cara de imbécil por unos minutos, desvié mi mirada al oír su silencio,
aplastando mi mejilla hacia el vidrio de la ventana.
Al
cabo de unos minutos supe que faltaba poco para llegar a la terminal, guardé el
libro y mi reproductor de música en mi bolso negro, debía bajarme unos metros
antes del terminal ya que yo no iba en si a la ciudad de Mérida. Mi pueblecillo
de nacimiento era un sitio olvidado
de la geografía de los sitios andinos de mi país.
Me
bajé del autobús sin mirar atrás, temía de la anciana. Camine hacia la acera desierta
detrás de mi (única cosa de cemento a unos kilómetros) y esperé el transporte
que me llevaría a casa divisando las montañas y vegetación. Seguía siendo como
siempre, hacía frío pero con un sweater me era suficiente. Por lo menos para
mí.
Al
cabo de unos minutos un microbús me transportaba con un exceso de ruido al que
llamo movimiento urbano de mal gusto,
para no entrar en detalles fisiológicos, aturdiéndome. Rogaba por bajarme pronto.
Hola,
Valle Normal.
Bullicio,
frío, y todo lo que conformaba mi ciudad natal. Podría decir que ahora no podía
suspirar ahí, muy a pesar de todo, esos dos años habían traído más
industrialización, sentía sucio el oxigeno. Todo ahí, a través de las aceras
que pisaba y paredes que me rodeaban era de estilo colonial, esa ciudad se
había conservado así desde su construcción por allá en la época de la
conquista, fue fundada por un escocés fanfarrón que había escapado con Colón.
Caminé ignorando a los lugareños que me reconocieron, no quería aguantar sus
pésame ni nada por el estilo. Mucho menos sus preguntas, yo además no sabía
siquiera donde estaba enterrada mi madre.
Luego
de unos minutos de caminata en silencio llevando solo mi mochila pude ver aquel
caminillo de florecillas blancas que tanto anhelaba en secreto cada noche al
cerrar los ojos. Ahí al final, había una casita que parecía una cabaña, de
manera, ladrillos y descolorida pero preciosa. Caminé con entusiasmo, llevando
en lo más profundo de mi corazón la esperanza de volver a ver el rostro de mi
madre ahí esperándome, con las mejillas llenas de tierra porque quizás estaría
plantando nuevos tipos de flores. No obstante, solo una imagen sin color que mi
mente proyecto imaginariamente me recibió.
No,
yo no podía ser tan tonta al desear algo así. No. Toqué la puerta destrozada,
empuñando en cada mano miles de suplicas al creador para devolverme a mi
progenitora, la puerta la abrió Edward. Mi hermano, de los dos varones, el
mayor. Le sonreí, sin embargo esa no fue la mejor expresión que pude sacar del
manojo que había olvidado ya hacía unas horas, ¿quién sonríe cuando alguien
querido muere? Lo supe claramente al ver como desvió su mirada y caminó al
interior de la casa, cerré la puerta detrás de mí, buscándolo con la mirada
ansiosa de hablar con él, sin embargo un bulto se vino contra mí. Me abrazaba
con fuerza, conocía ya quien era. La levanté del suelo abrazándola con cariño.
-Katherine…-
susurré llevándomela conmigo, era mi pequeñita hermana. La menor y mas
traviesa.
-es
mi culpa- sollozaba esta -¡Es mi culpa que no esté!-
-¡Claro
que no!- dije, al llegar a la sala cerca del sofá me senté, dejándola a ella a
mi lado, le pedí que se limpiase las lagrimas haciéndole un ademan, imitando
con mis manos dicho movimiento. Ella rápidamente lo hizo.
-¿Y
los demás? Jouliane y Peter- pregunté
-Cocina.-
respondió secamente Edward, que cruzó la sala yendo directo a la cocina. Pronto
apareció con ellos, que eran gemelos, el mayor por 20 minutos era Peter,
Jouliane siempre había sido considerada como un milagro porque nadie sabía que
existía hasta que el médico notó que mamá proseguía su labor de parto a pesar
de haber parido ya a Peter.
-¿Qué
debería decir ahora?- dijo Peter, me encogí en hombros
-Yo
tampoco sé que decirles, chicos, la verdad es que estoy tan…- no supe que
decir, claro, era verdad lo que afirmaba.
-Creo
que la pregunta es, ¿Qué sucederá con nosotros?- preguntó de inmediato Edward
con voz de enojo, entendía como se sentía, pero no dejaba de preocuparme su
actitud.
-¡Soy
mayor de edad! ¿Olvidabas eso?, además… la tía Rut me llamó, horas después de
enterarme, dijo que si deseaba podía hacerme cargo de ustedes- respondí al
instante, sin embargo me volvió a interrumpir
-¿Y?-
dijo pedante
-…Y
me haré cargo de ustedes, irás a la facultad de medicina en la universidad como
lo deseas, Jouliane y Peter podrán terminar sus estudios y Katie podrá seguir
yendo a la escuela y a sus clases especiales de artesanías.-
Todos
me miraron impresionados, la verdad no se esperaban eso.
-¿hablas
de verdad?- cuestionó Peter
-¡Por
supuesto!- respondí
-¿Y
qué hay del dinero?- volvió a chillar Edward
-ese
es mi problema porque ya soy su responsable- me levanté –no quiero que nos
sentemos más a llorar, mamá se enojaría si nos viese así, ¿qué tal si mejor
remodelamos la casa? No lo sé… cambiamos habitaciones… leí en una revista una
vez que hacer esas cosas provocaba sonrisas a una casa, puede que así se nos
contagie un poco de ese gas hilarante que nos hace tanta falta- abrí mis brazos
hacia Katie, y con un ademan en mi cabeza al abrazarla Peter y Jouliane
entendieron mis intenciones. ¡Abrazo grupal! Solíamos hacerlo con mamá cuando
nos proponíamos algo.
-Ed,
faltas tú- le dije al gruñón de Edward que aun nos miraba desde una esquina. Se
negaba a sumarse, sin embargo los chicos y yo comenzamos a rogar y logramos
nuestro objetivo. Nos abrazamos con fuerza por unos minutos.
-¡Vaya!
¡A pesar de los años sigues siendo igual de pequeña!- escuchamos de pronto, los
chicos me soltaron y yo pude voltear a ver quién era. La verdad no podía
creerlo. Mi primo y único mejor amigo en aquel pueblo cuando estaba pequeña.
Jonathan.
-¿Eres
quien creo que eres?- sonreí muy a pesar de que me había vuelto a insinuar lo
enana que era, asintió como un tonto y
yo me acerqué para verlo mejor –vaya, Josh, sí que has crecido, ¿qué haces
aquí?- pregunté, no sabía que ahora se acostumbraban las visitas luego de un
velorio.
-Corrección,
siempre he sido así, tú eres la que estás rara… estoy aquí por qué debo estar
aquí, ¿no es así, Jouliane?- mi primo viró a ver a Jouliane que se rascó la
cabeza
-Ups…
lo siento- dijo -¡Olvidé decírtelo, Eve!, se suponía que él se quedaría con
nosotros porque es mayor y no sé qué cosas más-
Luego
de mirar a Jou detrás de mí viré a ver a Josh segurísima de algo
-¿Fuiste
tú quien habló con la tía para que pudiese hacerme cargo de los chicos por mi
misma?- el asintió luego de mi pregunta dándome la razón
-Deduje
que no te gustaría irte a vivir con ella en Tabay, es bonito por ahí, pero ella
es muy gruñetas, así que le dije que podrías hacerte a cargo, pero aceptó solo
si venía aquí.-
-No
necesito niñeras, solo me llevas 3 años, ¡Además- me interrumpió
-Es
eso o nada, tengo mis maletas afuera y un trabajo estable… además- sacó un
papel haciendo énfasis en su última palabra –un numero al que podrías llamar y quizás
encontrar trabajo, ¿eh?, ¿qué me dices?-
-no
quiero ser una molestia- inquirí
-no
lo eres, ninguno de ustedes lo son, tengo una habitación aquí y pues, afuera
mis maletas y necesitan de mi si desean hacer algo con la madera de afuera,
escuché algo sobre remodelaciones…-
-¡Está
mal oír conversaciones ajenas!- rió Katie para mi tranquilidad
-No
es mi culpa, es que Eve habla muy fuerte- respondió Josh
-intento
entenderles pero no puedo, ¿qué no se dan cuenta? Mamá no está- soltó Edward
enojado, todos viramos a verle
-¿Y
qué harás? ¿Solo puchero? Tienes 17 Edward, es increíble que Katie asuma de
mejor manera esto, te diré algo amigo, sin ánimos de creer ser la autoridad
aquí, tienes dos opciones: la primera es llorar como niña y no afrontar nada,
quejarte como imbécil, y la segunda es ayudarnos a remodelar la casa y
demostrar que tu madre te crió bien.- replicó con voz de sermón Jonathan
Bien,
todos nos quedamos en silencio a la expectativa de su respuesta, suspiró y
pidió la disculpas concernientes.
-¿Qué
se supone que remodelaremos?- dijo con fastidio.
-¡Uh!
Necesitaremos algo para estimularnos auditivamente, ¿no lo creen?- dijo
Jouliane que sacó de una gaveta en la sala de estar un CD y lo colocó en el
reproductor en la sala, se me hacía muy conocida esa melodía, no obstante mi
hermana no me respondió mi interrogante evidente.
So keep the
faith
Don't let nobody turn you round
You got to know when it's good to go
To get your dreams up off the ground
So keep the faith
Baby yeah
Because it's just a matter of time
Before your confidence will win out
Believe in yourself no matter what it's gonna take
You can be a winner but you gotta keep the faith
Gon' keep it brother
You got…
♥
Pintura blanca, color azul cielo y madera en su
color más hermoso, caoba, solo faltaba un poco de barniz que Josh dijo que
podría conseguir al día siguiente, era lunes, mi primer día haciéndome cargo de
los chicos. Las habitaciones habían sido re-ubicadas, las chicas, Katie y Jou ocuparían, del segundo
piso, la habitación que casi daba al fondo, a mano derecha. Ordene sus muñecas
y les obsequié las mías, exceptuando a
Miranda, una de mis favoritas desde bebé. Pet compartiría la habitación más
grande con Edward, estaba al lado del cuarto de las chicas. Ahí ubicamos la
computadora y algunos libros, si tenían que hacer alguna tarea no sería tan difícil
para nadie. La habitación del fondo sería la de Josh, era suya desde que éramos
unos niños. Y finalmente la mía, justo
al lado de la de mi madre, que cerré con llave. Aun no estábamos preparados
para abrirla en algún tiempo.
En la sala de estar hicimos espacio, colocamos
la TV y el DVD a la mano, si queríamos bailar, ver películas, jugar con el Play
Station o esas cosas, bien podríamos hacerlo. El día fue lo suficientemente
agotador como para que holgazaneáramos y fuésemos por comida a la ciudad. Comimos
comida china. Los chicos conversaron conmigo hasta que luego de bañarse y demás
se fuesen a dormir. Ayudé a ponerse su pijama a Katie y la dejé con Jou en su
habitación, Pet se despidió yéndose a dormir y Ed se quedó en la computadora no
sé hasta qué horas de la noche. Por esa vez se lo dejé pasar.
-¿Y tú? ¿Cómo estás?- me preguntó Josh en
cuanto estuvimos a solas en la cocina. Yo seguía bebiendo gaseosa de limón
sentada en la mesa igual que él.
-¿Cómo debería estar?- le respondí encogiéndome
en hombros
-No lo sé, la verdad fue muy repentino, se
suponía que en unos meses estaría bien.-
-Lo que más me duele es que llevaba tiempo, según
lo que me explicó la tía, ¿cuatro meses?-
-la verdad fueron siete- murmuró, lo viré a ver
con una velocidad impresionante
-¿qué? ¿¡Por qué nadie se molestó en decirme
nada!?- exclamé intentando no gritar
-fue su idea, quería que terminases tus
estudios.- negué con mi cabeza en forma de desaprobación, el suspiró y volvió a
mirarme –hace siete meses te estabas graduando-
-creí que no había ido por que estaba ocupada
con las acciones sociales de valle normal, ¿me mintió entonces?-
-No, si estaba en esas acciones sociales, de
hecho, enfermó estando ahí. Hace siete meses enfermó, hace cinco nos enteramos,
y hace un par de meses nos dimos cuenta que era imposible curarla-
-No es justo- susurré contra de mi mano
derecha, ocultaba mis labios, me levanté de la mesa
-Habló de tu padre… luego de hacerlo de ti,
dijo en varias oportunidades que temía por que te amargases-
-No… estoy preparada para oír lo que agonizó mi
madre, Josh, mis hermanos me necesitan intacta. Si no es mucha molestia me
bañaré e iré a dormir-
-Cada que se habla de tu padre actúas así-
replicó él
-¡Y lo seguiré haciendo!- volteé enojada -¡No
tienes idea de lo que me duele el que mi madre se haya ido esperándole aun!
¡Enfrentó la vida sola! Ella era frágil, ¿no es mucho peso para sus hombros?-
El negó con la cabeza.
-¿no será que es mucho peso para ti? Tomaste algo
que no es de tu incumbencia.-
-Gracias por todo, pero enserio no quiero
hablar de ello ahora, yo, solo no puedo.- me despedí y fui a dormir, quizás lo
que decía la anciana era cierto. Todos esos eventos conformaban parte de un
nuevo ciclo de existencia, una nueva vida, un nuevo acto de una obra, algo que se había sembrado. Pero muy
dentro de mí tenía miedo, un miedo que iba más allá del cambio, es como cuando
alguien dice tenerle miedo a la oscuridad. Quizás su miedo no es la tiniebla de
lo oscuro, si no lo que puede encontrar entre ese silencio y oscuridad
homogéneo. Solo debía apretar mis ilusiones entre ambas manos. Solo debía
morder la esperanza, la fé. Quizás volver a aquella patética ciudad no sería
tan malo. ¿Sería posible encontrar algo más allí? ¿Algo más que recuerdos
grabados en mi corazón?
La voz dulce que emitió por horas el
reproductor de música retumbaba en mi mente.
Mantén la fe, Eve.
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH sdmkadhasdagssad
Ésto es taaaaaaaaaaaan...
Okei, primero: Mérida, ése lugar... ESE LUGAR D8
Segundo: Que onda esas ancianas que se aparecen de la nada, rebalsan sabiduría y tejen como descocidas? XD
Tercero: Me ENCANTA el - no sé como más decirle - "Grupo de personajes" es decir, siempre que leo algo, LO QUE SEA, me paro mucho en ellos, los personajes, y forman un lindo grupito por ahora :33
Cuarto: KATIE D8 xD
Quinto: LA CANCION D8 SOOOO KEEP THE FAITH D8 (8.
Me gusta Evelyn, me gusta. Mucho, me está atrapando de a poco, y que onda con el pinche facebook que no te deja promocionar tu cap? D8
Sexto: Sube pronto :3 ♥
La tía Kats :B