Capítulo 02: Mis problemas de acción y reacción
Lunes…
lunes. Me repetí no sé cuantas
veces cuando me levanté de mi cama, la noche no había sido mi amiga, existía
por su culpa un gran porcentaje de probabilidad de que mis ojeras llegaban al
suelo. Bien, eso fue un punto a mi favor quizás cuando ya debía levantarme, la
pereza no fue un obstáculo cuando el reloj sonó a las cinco y cuarto de la
mañana. Me levanté de mi cama estirando mis brazos, bajando en pijamas hacia la
cocina.
Luego de llegar al final de la escalera en
silencio para no perturbar el sueño de los chicos, me deslicé por el pasillo
para llegar a la cocina, casi recostándome de la pared, buscaba el interruptor
de la luz. Había olvidado donde estaba y comenzaba a ser una molestia,
finalmente lo encontré cerca de la puerta de la cocina, al encender la luz fui
directo a la nevera.
-¿Desde cuándo madrugas?- escuché de pronto
detrás de mí, di un respingo y casi dejo caer la tetera en la que pretendía
hacer café. Volteé exaltada.
-¡Edward!- solté descubriéndolo en la cocina,
con su pijama y unos guantes blancos en sus manos. -¿qué… que haces aquí tan
temprano?- añadí confundida. Volviendo a mi labor, el intento de montar a la
estufa un poco de café.
-esa es la pregunta que me gustaría hacerte-
dijo a modo de burla, él sabía más que nadie que el madrugar no se me daba en
lo absoluto
-¿Por qué llevas guantes?- pregunté ofendida
-Deberías volver a la tierra Eve, olvidas hasta
a tus mascotas…- dijo dándose la vuelta para agacharse, detrás de la media
pared que servía de modo de mesón, cuando habló de mascotas alcé una ceja
reflexionando, llevaba allí 24 horas y no la había visto. Sentí una aguja en
mis parpados, y un nudo en la garganta. ¿Cómo podía ser tan egoísta y
olvidarle?
-Ronda…- murmuré, dejando la tetera en la
estufa y yendo hacia donde se encontraba
Edward, agachándome a su lado, viendo a una perra de color marrón y de
raza (o mezcla, no lo sé) Chow-chow recostada sobre un trozo de sábana en el
suelo, Edward terminaba de inyectarle no se que en su lomo, y acariciaba su
cuello para mantenerla tranquila, respiraba de manera atípica, estaba enferma.
-¿Qué le sucede?- le pregunté
-desde que mamá murió ha estado así, también
enfermo, no sé exactamente que tiene, pero creo que con estas inyecciones podré
hacer algo- masculló él, llevando a una bolsa plástica las inyecciones y sus
guantes desechables.
-¿ha comido?- dije preocupada, negó con su
cabeza
-pero últimamente si ha tenido apetito, lo
único que ha logrado por sí misma es beber agua, le estoy inyectando vitaminas
y antibióticos, los analgésicos se los doy si se queja del dolor, por lo menos
lleva 48 horas sin quejarse de ello. Eso me dice mucho, ahora solo tiene que
descansar-
-¿crees que se recupere?-
-Se lo prometí a Katie- se limitó a responder,
y después de desechar la bolsa plástica y los residuos de lo que estaba
haciendo cruzó la cocina –me iré a bañar, entro temprano hoy- subió las
escaleras.
-Okay…- dije, y miré a ronda por unos minutos,
se veía tan frágil, me observaba, aunque con debilidad, con un dejo de alegría
en el brillo de sus ojos, sonreí pues sentí que me había reconocido, apenas
movía su cola de palmera al parecer emocionada.
-te cuidaré, no te preocupes- le susurré
tocando su cabeza, me quedé con ella ahí
por unos minutos, hasta que me levanté y me lavé las manos. Debía hacerles el
desayuno a los chicos y quitar la tetera que hacía rato que había acabado con
el café.
Al cabo de unos 40 minutos ya había terminado, estaba
puesta la mesa, así que subí a levantar a las chicas, Pet se levantó también y
Jonathan salía del baño ya bañado, <<vaya>>,
me dije a mi misma <<al parecer mis únicos dolores de cabeza futuros
serán el que Katie se levante a tiempo>>.
-¿llevaremos almuerzo?- dijo Pet cuando bajo,
fue el primero, yo asentí alcanzándole los almuerzos y el los guardó en sus
respectivos lugares.
-que buen hermano- dije sarcásticamente,
convencida de que quizás era un truco tanta amabilidad
-prefiero ayudarles a escuchar los gritos de
Jouliane sobre caballerosidad y esas cosas, enserio molesta- se quejó
-Jaja, ya, ven a desayunar- le señalé la mesa
en las que estaban unos panqueques con miel que hice y un poco de chocolate
caliente. Luego de que nos sentásemos apareció Jonathan y se sentó también.
-Bien Eve, parece que el vivir sola mejoró tu
cocina- burló bebiendo su chocolate caliente, lo fulminé con la mirada mientras
apreciaba su risa sarcástica de oreja a oreja
-Cuidado Josh, sé que hay cianuro cerca- sonreí
sarcásticamente también, mordió el panqueque
-Vale niña, toma- dejó un papelito sobre la
mesa, y continuó con su desayuno, en ese instante bajó Edward, que se sentó en
la mesa también. Como era de adivinar, no dijo nada sobre el desayuno, pero
estaba tan perplejo como Jonathan, les impresionaba mi fantástico desayuno. Esa
era la familia que tenía, amigas y amigos.
-¿qué debo hacer con este número de teléfono?-
pregunté viendo hacia las escaleras, aun faltaban por bajar Jouliane y Katie.
-ponerlos en el teclado del teléfono de la casa
y esperar que atiendan del otro lado- dijo Jonathan, y se desplomó en
carcajadas, junto a Edward y Peter.
-Oh, ya veo, no me digas- dije con sarcasmo,
casi mostrando una vena de enojo en mi sien, tomé mi chocolate y lo bebí con
enojo, las bromas de Josh seguían siendo como las de siempre. Pesadísimas.
-Bien, ya, a ponerse serios.- pararon de reír
como si estuviesen de acuerdo – ese es el número de un laboratorio y publicidad
especialista en fotografía que está en la ciudad, es el único de por aquí, pero
es uno de los mejores de la ciudad de Mérida, es una sucursal de la ciudad
capital. Hablé con la gerente que es una conocida mía y dijo que la llamases
cuando llegaras, creo que para acordar una cita…- continuó con su desayuno,
miré perpleja el papelito. Era trabajo, si, pero trabajo como fotógrafa.
-¿Cómo voy a pagarte esto?- susurré aun viendo
el trozo de papel que estaba en mis manos. Él terminó su desayuno y sonrió
luego de acabar también su chocolate.
-haciéndome los siguientes desayunos sin
cianuro- rió, dejó los platos en los que comió en el fregadero y yéndose por la
puerta de la cocina se despidió. Segundos después Edward lo siguió, tomó sus
cosas y se fue con Jonathan, este estudiaba en la pequeña facultad de medicina
que se encontraba en Valle Normal, estaba cerca del trabajo de Josh, que era de
encargado de una tienda de antigüedades que antiguamente era de su padre.
Al verme ahí con el papel aun en mis manos viré
a ver a Peter, que ya estaba listo y bebía su tercera taza de chocolate
caliente
-¡Sigues adorando el chocolate!- reí
levantándome de la mesa, yendo hacia las escaleras y mirando hacia arriba
-¡Katie! ¡Jouliane! Solo tienen 30 minutos, ¿qué tanto hacen?-
-Te aseguro que es el cabello de Katie- dijo
Peter
Segundos después varios alaridos y pelea entre
chicas me corroboraron lo que Peter me había asegurado con tanto hincapié.
Peleaban por que Katie seguía luchando con su cabello y las manos de Jouliane. Con bastante dificultad bajaron las escaleras,
Jouliane no podría estar más decidida a domar los dorados cabellos de Katie,
pero el principal problema no eras las hebras de oro, eran en cuestión las
traviesas manos de la pequeña malcriada.
-¿desayunaran?- pregunté en cuanto acabaron,
Katie poco le faltaba para soltar lagrimas de enojo, siempre había odiado
recoger su cabello, pero debía aprender a peinarlo si no quería terminar como
yo, con cabellos y sentimientos enmarañados.
-No nos da tiempo- dijo Jouliane viendo el
desayuno en la mesa con dolor por lo que decía
-¡Muero de hambre!- dijo Katie ignorándola y
sentándose a la mesa, entusiasmada con todo, sonreí y tomé el hombro de
Jouliane, que suspiró y se sentó también
-no les llevará más de 10 minutos, además, no
pueden irse con la panza vacía.-
Fue rápido, pensé que eso era lo que mamá
siempre vió desde que yo había nacido, comían, se vestían y se iban pronto, la
casa quedaba con un silencio sepulcral que quizás solo le gustaría a un alma
solitaria que escribiese con el corazón. Estiré mis manos al verme sola luego
de divisarlos por la ventana hasta desaparecer en la carretera, iban riendo y
despreocupados, lo último que deseaba en la vida es que entristeciesen de
nuevo. Mi madre pudo haber ocasionado el derramar de muchas lagrimas de sus
ojos, y no por gusto claro, pero me había dado el propósito de hacerlos felices
y darles lo que necesitaban, y para ello necesitaba un trabajo, ¿no es así?,
giré mi mirada a la mesa que debía levantar y al número de teléfono que yacía
en un papelito.
*
-Publicidad
JanET, ¿en qué puedo servirle?- escuché del otro lado en cuanto marqué el
número, mis nervios me envistieron, pero lo controlé lo más que pude. No
deseaba tener una voz eufórica.
-Hola, buenos días, soy Evelyn Moore, mi primo
Jonathan me dijo que los llamase sobre un trabajo, no se si debía hablar
contigo directamente así que…- me interrumpieron de inmediato del otro lado
-¡Oh! No
te preocupes, esperame un momento y te comunicaré con la dueña, es con ella ese
asuntillo, espera…-
El sonidito típico de espera por teléfono, era
horrible.
-¿Si?- dijeron con desdén del otro lado
-Emmm yo…- susurré sin saber muy bien que decir
-eres la
prima de Jonathan, ¿no?, te espero el miércoles aquí a primera hora con tus
fotografías- y colgó.
Bien, había quedado completamente impactada,
pero esa parecía ser una cita de trabajo, ¿no es así? Anoté en un pequeño
papelito el día y la hora y recordé que debía preguntarle a Jonathan donde
quedaba ese laboratorio fotográfico.
*
Me acerqué nuevamente a Ronda, que aun estaba
recostada, sin embargo, parecía un poco más tranquila, ya que dormía más
placenteramente y con un ritmo en su respiración mejor, acaricié su lomo con
cariño y proseguí a comenzar las labores hogareñas que tendría a partir de ese
día. Luego de todo eso, organicé mis
cosas en mi habitación, que la sentía tan fría y solitaria… colgué entonces
unos posters de mis bandas favoritas, además de que saqué unas cuantas
fotografías y pinturas que me encantaban, las clavé en la pared y organicé
además mi ropa en el closet. Fue lo
suficientemente trabajoso como para pasar la mañana entera en dicha labor.
En cuanto noté la hora, un poco más de las
11:00 en punto de la mañana, bajé las escaleras a hacer el almuerzo, le di otra
mirada a mi mascota que seguía igual y saqué los ingredientes a la mesa de la
cocina. Estaba concentrada, no pensando en nada para no enmarañarme, entonces
sentí un golpe en el techo. Miré hacia allí alzando una ceja, era como si alguien
hubiese dado un salto en la planta del segundo piso.
Lo ignoré terminando de poner todo en su lugar,
lo último sería terminar de hornear unos panecillos con ajo y queso que debía
dejar durante 10 minutos en el horno, cuando los hube colocado volví a sentir
el vendido golpe fuerte.
<<Un
ladron>> me dije a mi
misma llena de escalofríos, tomé la escoba como si fuese la mejor arma del
planeta y me dirigí a las escaleras, subiéndolas con cuidado para no procurar
ningún sonido que pudiese delatarme. En cuanto llegué al pasillo, caminé inspeccionando las
habitaciones, llegando hacia cada puerta y abriéndola con lentitud. Me quedé
entonces, cuando vi las habitaciones de todos los chicos, en el fondo, justo en
frente de la habitación de Jonathan, dándole la espalda al pasillo. <<Ahí se encuentra sin duda el
canalla>> pensé empuñando con más fuerza la madera de la escoba y con
la mano sobrante tocando la manilla de a puerta.
Más pisadas, alguien corrió escaleras abajo.
Volteé completamente asustada, y corrí también
escaleras abajo viendo hacia ambos lados del pasillo consternada, <<Cocina>> pensaba << ¿Y si ha entrado a la
cocina?>> me quedé muda mirando hacia allí, temblando por la
adrenalina y el miedo mezclados, sintiéndome insegura y expuesta totalmente. Era esa clara impresión
de que algo mayor y verdaderamente malvado me acechaba con morbo y bastante
insistencia, como divirtiéndose muy en el fondo. Esas intuiciones tan extrañas
que despiertan en cualquiera cuando está seguro de que es seguido, acechado, el
objetivo de mucha maldad.
Alguien me observaba a mi espalda. Por un
segundo recordé ese sentimiento de miedo, ese que soñé aquella mañana en mi
apartamento de ciudad capital. Un sentimiento de culpa alienado con uno de
miedo y desesperación, me observaban con malas intenciones. Olía a sangre seca,
muy de pronto, y solté la escoba por culpa de mis temblores. Tenía mucho miedo.
Diiiin
Solté un chillido antes de llevarme con
velocidad ambas manos a mi boca dando media vuelta, no había nada. Ese era el
sonidito de la campanada del horno eléctrico de la casa. Y esa era yo ahí,
sudando y temblando como una completa lunática ante la nada. No había nada
detrás de mí, nunca lo hubo.
Llegué hacia la cocina aun mirando hacia los
lados como si alguien hubiese estado ahí. Saqué los panecillos y los coloqué
sobre la mesa. Suspiré viendo la hora. 1: 00 p.m. y mis hermanos no llegaban,
tenían una hora de retraso.
Mi preocupación era doble, su mitad se
reflejaba en mis hermanos y la otra en mi salud mental. ¿Qué debería hacer en
aquella situación? ¿Debía irles a buscar en su escuela? Existía la pequeña
posibilidad de que se hubiesen entretenido en los parques que estaban en el
camino. Caminé hacia el pasillo viendo hacia la puerta que permanecía cerrada,
y paso de nuevo. Otro estruendoso sonido, sin embargo esta vez sí supe que era,
era el fuerte ladrido que jamás creí
volver a oír tan pronto, y como un rayo fugaz, pasó a mi lado corriendo Ronda
hacia la puerta, al ver que estaba cerrada se regresó pasando junto a mí de
nuevo que estaba perpleja, y salió por la puerta de atrás, la de la cocina.
Reaccioné corriendo tras ella, dejando todo
cerrado. Corrí con dificultad entre malezas y ramas retorcidas, pues iba
directo a la colina que se encontraba a unos metros de donde vivía. El ambiente
estaba abundante en moho y humedad, el suelo se veía completamente verde y
cubierto de lodo, al igual que los troncos de los arboles. Corrimos entre
encrucijadas extrañas y olorosas a humedad hasta que legamos frente a un enorme
castillo.
Un castillo en medio de la nada, y custodiado
por garitas y enormes rejas frente a mis ojos. Parecía uno de esos
castillos de los cuentos de hadas en los que dejan confinadas a las princesas.
Colosales y gruesas rejas de metal corroído y de color negro que dejaba a
relucir en varios segmentos óxido por la humedad, eran arropadas por varias
ramas de las enredaderas que se encargaban de darle un toque verdoso.
La curiosidad que parecía sellada en mi alma
por mucho tiempo despertó en una ocasión creo poco conveniente, y aumentó al
ver a mi perra ahí dentro, sin un lugar evidente por donde entrar, las garitas
estaban selladas, igual que las enormes rejas que no te permitían ni siquiera
escabullirte entre sus barrotes. Interesada en saber lo que sucedía, escalé
entre las enredaderas hacia el muro, y de ahí, salté hacia abajo. Siempre diré
que fue una mala idea, me golpeé mi trasero fuertemente y llené mis ropajes de
fango. Traté de limpiarlo mientras me levantaba.
Cuando me restablecí me di cuenta que había
perdido el rastro de Ronda, por lo que caminé más cerca de la entrada del
lugar, que poseía unas enormes puertas de madera pesada y barnizada hacia unos
siglos. Puse mi mano derecha intentando empujar, era imposible debido al peso
tan grande que tenían. No fue un problema, ya que sin más ni más, se abrieron
de par en par, dándome paso a un enorme recibidor con alfombras rojas y
escaleras frente a mí.
El día estaba nublado, por ello, solo pequeños
hilos de luz se abrían paso entre los vidrios de los ventanales y algunas
cortinas con decoraciones barrocas. Los rodapié eran el descanso de muchas
mesas arrinconadas con libros, y los cuadros de personas que desconocía junto a armaduras abundantes en telarañas
eran casi un ejército contra mi desfilando en las paredes. El piso hacía un
hermoso y peculiar contraste con el lugar, que hacía que te imaginases un
tablero de ajedrez por sus baldosas cuadradas, negras y blancas.
Pronto, me encontré con un par de pasillos, uno
perfectamente iluminado y otro completamente oscuro, yo, ni lenta ni perezosa
me encaminé por el que poseía una hermosa luminaria proveniente de una lámpara de
cristal colgando en el centro, pero cuando iba casi debajo de ella, esta cayó
al suelo, rodando sus trozos de cristal por doquier, casi diciéndome ‘hey! Por aquí no vayas’, y si bien no lo dijo, si
entendí en mensaje, yéndome por el pasillo oscuro. Lo crucé atenta a las
paredes y al techo que casi no veía por la oscuridad, y sentí un flameante
sonido. Antorchas se encendían en el camino, e iluminaban un cartel de madera
que decía “Está usted entre el límite del tiempo y la realidad.”
-vaya tontería- murmuré a mis adentros, y una
puerta a mi lado se abrió, miré con curiosidad en el interior de la enorme
habitación y divisé un órgano, hermoso y antiguo, solitario entre una
habitación que parecía poseer colores que morían entre su camino desde los
vitrales de las ventanas hacia el suelo polvoriento. El rechinar de otra puerta
me alertó, y vi otra habitación adjunta que me invitaba a pasar. Fui allí, encontrándome
con una especie de salón, de esos en los que solían hacer las fiestas en la
edad media. Tenía muebles hermosos bajo sabanas blancas que estaban
arrinconados, con relojes de madera antiguos y mesitas con muchos jarrones
costosos. La diferencia entre este salón y las demás habitaciones era que
estaba completamente limpio.
Otro ladrido, y risas. ¡Había olvidado a mis
hermanos!
-¡No seas tramposo Petter!- oí de Jouliane, que
entraba corriendo a la habitación y se quedó paralizada al verme ahí, luego
entró Petter y Katie, quienes también me vieron con impresión -¿Qué haces
aquí?- dijo al cabo de unos segundos Jou, reí sarcásticamente
-es pregunto yo, ¿qué hacen aquí?- dije con
enojo, todos bajaron su cabeza
-¡Venimos aquí siempre!- soltó Katie
-¡Pero no sin mi autorización!- respondí al
instante completamente enojada, y me acerqué a Katie tomándola por su bracito.
-¡No puedes prohibirnos algo que hacemos desde
siempre!- gritó Jouliane
-¡No lo hago por mala! ¡Hay reglas!, aquí
corren peligro…- hice una pausa, volteando hacia donde se encontraba, y cuando
me disponía a hablar nuevamente volvieron a interrumpir mis pensamientos,
acciones y reacciones.
-Aquí no corren peligro en lo absoluto- escuché
de una dulce voz masculina que al parecer había aparecido de pronto, solté a
Katie sin darme cuenta en cuanto lo intenté localizar con mis perplejas par de
pupilas.
Y ahí, cual mago encantador de la edad media
aparecía quien poco tiempo después compararía con el mago Merlín. Era un
hermoso sujeto que parecía poco más que una aparición celestial, reencarnación
de alguna blanca flor arrancada del campo elíseo. Sus ropajes negros hacían resaltar
sus ondulados cabellos azabache y sus ojos oscuros y expresivos. Eran una
combinación total de alguna obra de Miguel Ángel con la mismísima mano del
creador.
Un caballero andante de impecable presencia. Sin
saber porque, me quedé muda solo observándole.
¿Quién eres tú que entre
nocturnas sombras sorprendes de este modo mis secretos?
(William Shakespeare)
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Primero que nada, me permitiré agradecer a todas aquellas que decidieron seguir de manera oficial el blog, además a todas quienes se dieron a la ardua pero sencilla labor de comentar que les parecía el primer capítulo, en segundo plano, me disculpo por mi tardanza extrema, ¿a qué se debió?, se debió a que eran mis últimos días como bachiller, ahora soy una persona libre que irá a la universidad y no se aguantará más los desagravios de la juventud que la rodeaba xD. Bien chicas, hoy es 24, saben a que me refiero, ¿no? casi cumpliré 3 años de esta historia que salió unos meses después de que el 25 recibiésemos esa noticia. Recordemos a un Michael feliz que nos dice siempre 'persigue tus sueños' ¿bien? no quiero ponerme triste por que ya no es momento para ello, espero que les guste mi trabajo y me acompañen, creo que ahora si podré hacer las cosas como quiero de verdad y traerles un mejor trabajo.
Gracias a Michael, y Gracias a ustedes, por estar siempre ahí.
KJAHSGDFSGAHJKSKDJHGFSAGHSJDKFGKJHDGSFADGDHJFKJSHGAFSVBNA no hay otra unión de silabas capaz de expresar lo que siento cuando leo esta novela, Evelyn xd
Yo sigo sin poder seguir el blog de manera oficial. Blogger me odia, no se porque no me deja seguir blogs nuevos, maldito bastardo agsfagsf no me odies Eve :c xd pero igual sigo leyendo y comentando y admirando esta obra de arte que cada vez se pone mejor, omg
PORQUE ESE FINAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAL shasajhs ya
Ahora que seras universitaria, no te olvides de nosotros los mortales, plis (?) pero mientras, como ya eres relativamente libre, te agradecería que publicaras diario o cada tercer dia, no se e_e
(me reservo a comentar cualquier cosa sobre el 25 de junio, right in the feels, ya sabes u_u)
AMOR HERMANA O/ (?)
xo