Bienvenida

Querida aventurera, si estás aquí es por que has escogido sentarte a oír esta historia, ¿ya has ido al baño? ¡Perfecto! ponte cómoda, amarra tus fantasías, suspira junto al caballero de plata y adentrate, aprenderemos lo que es amar desde antes de nacer, ¿nunca lo habías oído? ¡yo tampoco había oído tal cosa! hasta que Michael me susurró esta historia, y eres el invitado especial esta vez para oír.

Capítulo III

viernes, 27 de julio de 2012

Capítulo 03: Y dirías que no existe



No sabría definir si aquello que veía ante mi me había cautivado, o si simple y llanamente tenía problemas para socializar con los demás, la cuestión para mí era tratar de disimularlo, pues el colmo era que mis hermanos tuviesen presentes en esa clase de eventos que parecían ya una clara costumbre desde siempre en mi vida. Suspiré tratando de despegar mis ojos de los de aquel sujeto sin mostrarme nerviosa.

-¿Quién me lo asegura?- fue lo que logré articular, pues aquel nuevo personaje afirmaba con mucho hincapié que no corrían peligro alguno

-Yo mismo, si es de su agrado.- respondió con un tono de voz por más que adecuado,  el no “tutearme” me molestó un poco, no podría pasarse de listo así conmigo

-¿Oh, enserio? Se lo agradezco mucho, pero ya es tarde- tomé de nuevo a Katie de un brazo para dar a entender que pretendía irme

-¡No podemos irnos así porque si!, Mrs. Thomas nos espera para el té, ¡No podemos desperdiciar su té!- gritó Jouliane

-¡No sé quien sea ese Mrs. Thomas y no deseo saberlo, Jouliane!, ¡Nos vamos!-

-No hay necesidad de alzar la voz- masculló de nuevo el sujeto con voz aterciopelada, callándome de inmediato. En cuanto bajé mi mirada noté que lágrimas bajaban de las mejillas de mi hermana menor, otra vez… por mi culpa.

No sabía quién rayos era ese tipo, pero ya comenzaba a crear en mi bastante polémica, me sentía de nuevo acorralada, y no sabía si era por la razón de regresar al pueblo, la muerte de mi madre, o todo lo que últimamente me sucedía. Estaba aturdida y solo quería irme a casa con mis hermanos, pero por un par de segundos creí que los estaba encerrando también, cuando quizás lo que ellos necesitaban era salir de todo, pero, ¿con él? El brincar hacia una nueva vida era buena idea, pero a él apenas le conocía, parecía tan absurdo. ¿Qué hacía ahí? ¿Él debía ser entonces la ayuda?

No, por supuesto que no.

-Muchas gracias por todo, y disculpe la intromisión de mis hermanos… esto no se repetirá nunca- dije viendo a quienes se acercaban a mí con desdén, el sujeto seguía mirándome inexpresivo,  soltó un suspiro y cruzó sus brazos, mirándome fijamente, si, en señal de desaprobación, pero no me importaba.

Por alguna razón ahora estaba hirviendo en enojo.


*


-¿En donde rayos estaban?- preguntó lo evidente Edward en cuanto llegamos a la casa, comía en la cocina, caminando de aquí para allá mientras masticaba preparando alguna cosa que provenía de un sobre.

-Puedes preguntárselo a tus hermanos.- dije sarcásticamente, pasando a su lado yendo al gabinete superior que se encontraba sobre el fregadero,  ahí había dejado mi pastillas para la migraña, iba a venir una fuerte, la sentía raspar mi cráneo.

Peter, Katie y Jouliane solo estaban ahí, parados casi con la cabeza rosando con el mismísimo suelo.

-No entiendo porque se empeñan de quitarnos lo único que nos anima- farfulló groseramente Jouliane

-¡Pues encuentra otras cosas que te animen!- respondí al instante, con voz fuerte

-¡No eres mi mamá!- fue lo último que gritó, y cual meteorito incendiado con miles de reacciones químicas desde su núcleo hasta cada chispa de fuego que expulsa, corrió escaleras arriba derramando tibias lágrimas.

Me quedé inmóvil, Edward pasó a mi lado sin decir nada y acabo de echar en un embase plástico un polvo, olía a suero. Luego Peter y Katie se agacharon del otro lado de la barra de la mesa de la cocina, al notarles recordé algo bastante peculiar, y si del otro lado estaba la razón de ese recuerdo débil, les aseguro que iba a terminar completamente enloquecida.

Ronda estaba sentada, recibiendo el alimento que Edward le daba con entusiasmo, meneando lentamente su cola mientras Katie le acariciaba el lomo, por su parte Pet ayudaba a Ed con lo que podía. Quedé perpleja. ¿Qué no había sido ella quien me había dirigido hacia allá en la colina? Era imposible siquiera imaginarlo al verla en aquel estado, estaba débil, apenas y podía estar sentada, y apenas podía tragar.

-No te sientas como una inútil.- soltó Edward que levó su vista hacia mi –el problema no es que lo seas, el punto está en que ya somos lo suficientemente grandes como para decidir por nosotros mismos lo que podemos hacer-

Guardó silencio y completó con un claro “ley de acción y reacción”.

-¿eh?- dije, volvió a su trabajo arduo con nuestra perra

-Si tengo tacto con los demás, posiblemente lo tendrán conmigo-

Acarició la cabeza de Ronda y esta le devolvió en cariño con un intento de lamer su mano, meneando cansadamente su cola. Esa creo que fue una manera sutil de decir que posiblemente no me necesitaban, en aquella posición pensaba si era yo la dependiente a ellos, o si eran ellos lo dependientes a mí. Subí las escaleras pensando en ir a hablar con Jouliane, sin embargo cuando en el pasillo me detuve frente a su puerta desistí. Era una cobarde, y quizás solo ocasionaría que se enojase más. Esperaría a que ella intentase acercarse, confiaba en ella, y la verdad no estaba enojada, mi enojo era más sobre mí misma, que siempre me regocijaba diciendo o creyéndome la más madura de todas, y ya para aquellos segundos dudaba hasta de mi misma.

Seguí de largo hasta que llegué a mi habitación, y junto a la cama me dejé caer sobre el suelo de madera. Como me hacía falta el “golpe de gracia” que siempre me daba mi madre en aquellas ocasiones, ella tenía una precisión para darle la vuelta a cualquier problema que a veces me daba miedo, podía hacer que un desastre nuclear se viese como una pequeña hebra de azúcar que podía esconder bajo la alfombra.

Abracé mis piernas hacia mí con la cabeza caída hacia un costado. Mi madre era tan espectacularmente frágil, que parecía difuminarse entre recuerdos cual tiza de color blanco, y temía soplar muy fuerte, pues sentía que su rostro desaparecería de mis pensamientos. ¿Podía yo olvidarla?, su rostro que jamás volví y volveré a ver. Ella tenía la habilidad de darme más seguridad, tengo ese bendito problema que nunca supe como sustentar, es como si sintiese tras mi espalda un  peso bastante grande, por un instante pensé en que quizás era obvio lo que había sucedido en valle normal, por un instante sentí estar “acostumbrada” a la distancia de mi madre y yo en aquellos momentos.

-vidas pasadas- susurré. ¿Lo ven? Comenzaba a enloquecer.

-¡Hey!... hey…- trataba de sacarme de mis pensamientos negativos

-¿crees que sea buena idea?- pregunté nerviosa al acabar, se que podía ir, pero de todos modos era un cambio radical, mi madre me miró fijamente

-Pero… ¿Qué pregunta es esa?-me dijo con tono de regaño al momento en que alzaba una ceja

-¿Cómo que qué pregunta es?- inquirí enojada, inflando una mejilla –¡¡es un lugar totalmente diferente!!- 

-¿Y eso qué?  No le veo el problema- me dijo mirándome fijamente, encogiéndose en hombros exageradamente

-¡No entiendes!- malcrié entre berrinches

-La que no entiende es usted señorita- me apuntó amenazadoramente con su dedo-si ha ganado el merito de ir allí es porque tiene potencial ¡Utilícelo!... o se verá en serios problemas conmigo- me miró con su típica mirada, con aquella con la cual me pedía crecer, hacerme grande como persona, cumplir mis sueños.

Luego sonrió, aquello quizás es lo que más extrañaba, ella era tan hermosa, desde aquellos cabellos caobas que siempre tenía entrelazados en una pequeña trenza, hasta el combinar de su piel de melocotón como la de Jouliane, con sus ojos de chocolate, que siempre brillaban con gran intensidad cuando sonreían junto a sus labios.


<<Recuerda, que los obstáculos son imaginarios>>


Sonreí con nostalgia, aquella fue la última tarde en que vi a mi madre con vida, luego, solo llegué a Valle Normal para no verla jamás, ni siquiera en el entierro estuve, ¿Qué clase de hija era yo?, ni siquiera podía tomar bien el papel de hermana mayor.  Como extrañaba sus abrazos, como extrañaba sus pellizcos, como extrañaba la simple y típica idea de que estaba esperándome en casa, aunque yo odiase mi pueblo natal con cada pedacito de mi alma.

Regresaba solo por ella, regresaba solo por mis hermanos. Regresaba porque al fin y al cabo, mis desagravios en la escuela quizás no tenían nada que ver con los demás.
La puerta rechinó, viré hacia su dirección preocupada, asustada, pues ese día se habían dado a la tarea de intentarme volver loca, sin embargo, no había nada de que temer, solo era Jouliane, que asomaba su cabeza con cautela por la pequeña abertura que había hecho al abrir la puerta.

-¿Sucede algo?- me preguntó, parecía preocupada

-¿a qué te refieres?- dije volteándome hacia ella

-Te estuve tocando la puerta, pero no me ponías atención… así que…- advertí como lagrimas cristalinas bajaban por sus mejillas, Jouliane siempre había sido muy respetuosa, recta en todo momento y sería incapaz de levantarle la voz a cualquiera. Sabía que algo le sucedía y tenía sus razones, no debía juzgarla ni mucho menos.

-¡Hey! Solo estaba pensando, últimamente me distraigo mucho- reí, y me acerqué a ella para abrazarla, -tienes mucho que decir, ¿no es así?- la invité a entrar y accedió un poco temerosa.  Las siguientes horas conversamos muchísimo, supe cada detalle de esos 3 años que me perdí de mi hogar, supe desde cuantas veces vacunaron a Ronda hasta cuantas novias tuvo Jonathan. No podía evitar sonreír, porque muy por lo bajo, Jouliane y su luz me recordaba a mi madre y a Olga, la única persona que me brindó apoyo en la ciudad capital.

Al día siguiente la mañana fue igual, y al siguiente también, pronto había llegado el miércoles y los chicos parecían estar pensando mucho en el incidente del castillo, esa mañana hablaban de cada rincón del lugar, yo entendía esa clase de ‘mensajes subliminales’, ¡claro que sí! Yo se los había enseñado, de esa manera pretendíamos salirnos con la nuestra cuando le pedíamos algo a mamá.

-¿Qué sucederá con Mike?- susurró entre su dulce voz Katie, sonriendo aterciopeladamente como solo ella y toda su ternura agridulce lo sabe hacer.

-¿a qué te refieres?- le dije, aun a sabiendas de que podría referirse a cierto castillo con cierta persona que no conocía bien, pero que según las risas de la noche anterior de Jonathan a cerca del tema de ir allí podría cuestionar el no confiar. Suspiré ante la cara tierna y cuidadosa que los chicos me pusieron, reflexionando en qué hacer.

-una hora y media- dije apostando

-¡Tres horas!- tanteó Peter al instante

-¡Dos horas y es mi última oferta!-

Sonrieron a más no poder, y tomaron sus cosas, salieron corriendo a su escuela luego de despedirse de Ronda, que estaba mucho mejor, y los veía irse con su cabeza torcida hacia un lado.

-¡Recuerden mantenerme al tanto!-


Corrieron por demás felices de su permiso y yo al verlos así tan plenos me resigné rápidamente, debía encontrar una escusa para la tía Ruth. De seguro encontraría un problema para dichas visitas al mítico castillo si se entera, y créanme que da mucho miedo, puede enterarse de casi cualquier cosa, a pesar de los kilómetros que la separaban.  Lista con todas las labores que me tocaban ese día, me di una ducha para arreglarme para la ‘cita de trabajo’ que tendría ese día, era miércoles.

No sabía qué clase de ropa debía llevar, así que opte por algo sencillo, una blusa color ceniza de tirantes, y encima una camisa manga larga color negro. Siempre odié los blue jeans, así que opté por un pantalón de gabardina de corte femenino y un par de zapatillas bajitas de color negro. Estaba lista en cuanto dejé mi cabello suelto, un poco de sobra negra y labial color vinotinto. Apreté la carpeta de fotografías que tenía y salí de casa luego de que me coloqué mi bolso en el hombro, era un ‘bandolero’, con ese nombre me lo vendió la mujer en el mercado de Mérida hacían años.

Llegué a la ciudad en cuestión de unos 15 minutos, estaba todo tan distinto a cuando yo era pequeña, antes era más desértico, ese cambio lo vi haciéndose realidad desde que había cumplido 7 u 8 años, un grupo de comerciantes y músicos llegaron de otro lugar, creo que eran algunos europeos y otros venían de otras partes de Latinoamérica. Entre ellos habían unos que mas resaltaban, eran el murmullo de todos, el apellido de aquella familia era “Jackson” se decían que vivían en el castillo que los chicos se empeñaban en visitar. Habían muchas leyendas a cerca de ese lugar, recuerdo claramente que todos los chiquitos siempre temían de acercarse ahí o a las zonas boscosas adyacentes. Yo siempre pensé que lo más peligroso de ahí era que un lobo o zorro podía atacarte.

-Buenos días- dije cuando encontré el edificio que me habían indicado en la dirección, el enorme vigilante asintió con su cabeza, era un hombre de tez morena con rasgos amigables, asintió solamente pues bebía un sorbo de café. Sonreí y sin detenerme a esperar su respuesta entré de inmediato.

 Llegué al segundo piso mirando hacia ambos lados en el pasillo. A la final del mismo a mano derecha había un pequeño escritorio, frente a una elegante puerta de cristal pulido que parecía un mosaico de colores neutros. Había un nombre en dorado escrito en un recuadro negro que estaba en el cristal Janet’s Photographic’s, creo que leí. “bien, es extraño que no esté el nombre de la dueña de la oficina” pensé “imagino que su nombre es Janet.”

-Buenos días, tengo una cita con la señorita…- señalé la puerta y dudé en decir su nombre -¿Janet?-
La recepcionista despegó sus ojos de la pantalla de su computador, tecleaba elegantemente al momento en que un pequeño micrófono adornaba su mejilla. Tapó el mismo, en cuanto alzó su cabeza regalándome una sonrisa. Hablaba por teléfono y la había interrumpido.

-Evelyn, ¿no es así?- dijo, asentí, y ella soltó su mano del micrófono –la información a cerca de la publicidad de mercadeo de su empresa se la enviaré por correo en unos minutos, ahí podrá contemplar un pequeño presupuesto- colgó la llamada y se acercó a una libretilla que tenía entre los papeles y miles de utensilios de oficina a su alrededor, sacó un lapicero y con un sagaz y ágil golpe en la mesa logró hacerle sacar la plumilla para escribir. –Estas a tiempo- dijo hablándome a mi –la señorita hace unos minutos que te espera, toma- me acercó un formulario y señaló la puerta de mosaicos agonizantes –puede que tengas el trabajo, resulta difícil conseguirlo, pero creo que tus fotografías son buenas- me guiñó un ojo

-¿f-fotografías?- dije, y miré mi carpeta. Si recapitulaba, Jonathan las había tomado el día anterior por la mañana y me las había devuelto por la noche, no sabía por qué las tenía, es más, si no me hubiese dicho que las tenía quizás las hubiese dado por perdidas sin causa. La chica asintió ante mi confusión, me volteé hacia la puerta de cristal segura de que mi lindo primito había de seguro pasado por ahí mostrando las fotografías. ¡Qué aberración!

Entré temerosa e insegura a la oficina que era bastante extensa, seguía en el interior con colores neutros y una decoración por demás fría y elegante, no obstante, para mi sorpresa había una foto enmarcada de una familia cubierta de pastel, no pude detallar la foto ya que la señorita interrumpió mis pensamientos despegando su atención de su laptop.

-Prima de Jonathan, ¿no?- masculló con voz pedante –necesitarás más que eso para entrar aquí.-

Me acerqué a ella y alcé una ceja confundida.

-Pretendo solo ejercer, no andar mendigando de que familia soy- inquirí, apretaba mis manos hacia la carpeta que tenía, ella desvió sus enormes y hermosos ojos hacia mis manos, ahora que la divisaba bien, me recordaba a alguien.

-Muy bien, llenarás tu formulario al responderme lo siguiente- dijo levantándose de su escritorio -¿Cuál sería para ti el principal principio de la fotografía?

Ya tenía el ceño bastante fruncido, así que mi impresión no se notó bastante. Lo pensé bien por unos segundos,  ella me extendió la mano pidiéndome mi carpeta de fotografías y se las extendí.

-No todo es lo que parece- dije al cabo de un tiempo

Ella que miraba las fotos seria sonrió medianamente.

-necesito que me traigas 20 fotografías dentro de 3 semanas, tienes ese tiempo para analizar bien lo que quieres y lo que no, si me agradan las fotografías tienes el trabajo, si no, se irán a la base de datos y las usaré pagándote una pequeña suma.-

-¿así sin más?-dije, me miró con una expresión de ¿y qué más quieres? -¿en qué me debo inspirar?- pregunté ante su expresión

-No lo sé, solo intenta que sean fotos de la ciudad, está a su criterio-


Entregué el  formulario y salí casi corriendo del lugar. ¿20 fotografías en tres semanas?, vaya lío en el que me había metido, pensaba detalladamente en las palabritas que descargaría en Jonathan la próxima vez que lo viese. ¿Cianuro? Podría utilizarlo en su chocolate antes de dormir. Caminaba sin rumbo evidente casi sin poner atención hacia donde iba, hasta que me di cuenta que casi mágicamente llegaba hacia el lugar que había recordado hacía unas horas.

-plaza municipal…- me dije –bosque “encantado”- caminé directamente hacia la geografía boscosa que estaba en line recta frente a mis ojos. Verde por doquier, con humedad, sentía que la temperatura bajo los árboles era cada vez más baja. Podía dibujar figuras con el humo blanco que soltaba mi aliento. Miraba todo detalladamente, incluso como mis pies se llenaban de lodo y humus.


*



-¿Te agradan?- susurró el de rizos en canto dejaba caer varias piezas antiguas y de madera en las manos del sonriente Peter. Este asintió con vigor.

-¡Es el ajedrez más hermoso que es visto en mi vida!- dijo encantado

-¡Me debes una partida!- dijo el de rizos y piel de cerámica, Peter volvió a asentir

-¿Para qué Michael? De seguro le ganarás, ¡no gana partida alguna desde que Mrs Thomas jugó con él!- dijo Jouliane que estaba recostada en un enorme sofá junto a libros y a Katie que veía los dibujos que le mostraba Jou desde un libro de historias.

Peter intentó fulminarle con la mirada, Michael rió a carcajadas por tal escena.

-Eres muy bueno jugando al  ajedrez, solo debes aprender a no precipitarte demasiado, estoy seguro que es lo que Mrs Thomas te repite a todas horas-

-eso lo sé, pero no es my fácil- le respondió Peter al aliento que intentaba darle Michael

Este último de pronto guardó silencio, y ante las miradas confundidas de sus visitantes se acercó a un ventanal viendo hacia el bosque que rodeaba su castillo. Miraba a través del cristal mientras con sus manos había hecho a un lado las viejas cortinas.

-¿sucede algo?- cuestionaron a coro los chicos

-regresen a casa lo antes posible, por favor, mañana les explicaré con más detalle-


*


Todo para mí era hermoso, incluso el hecho de que si me quedaba quieta en un solo lugar podría morir congelada, se hacía tan excitante estar ahí, no se escuchaba nada, y si veía hacia atrás ya había perdido el paisaje borroso de la ciudad. ¿Había caminado mucho o esa era la razón por la que decían que el bosque estaba encantado? Sonreí a mis adentros comenzando a marchar de nuevo.  Si recordaba bien el camino, caminando a unos metros más en línea recta, encontraría un gran árbol que había estado ahí desde hacía años, si doblaba a la derecha en ese lugar, llegaría mediante un atajo a mi casa. Eso haría, pero pareció mala idea desde el principio entrar al bosque.

Sentí pasos detrás de mí, justo cuando los pasos fueron más fuertes me detuve tratando de localizar de donde provenían, alcé una ceja sintiéndolos de muchos lados, miré hacia arriba en un acto de desesperación, se movían las ramas sin viento, y sentía gruñidos. Temblé sin saber a dónde correr. ¡Sólo debía seguir derecho!, en línea recta, y en canto emprendí mi huída corriendo, me sentí completamente perdida. Había olvidado si esa era la verdadera dirección, ¿no había yo doblado hacia la izquierda o derecha ya? Sentía como si alguien entraba en mis pensamientos y revolvía todo con morbo y descaro. Ahora solo quería correr para alejarme de lo que me acechaba.

Comencé a correr rasguñándome seguidamente con las ramas retorcidas de los arboles a mi alrededor, confundida por toda la vegetación que me rodeaba, por un segundo no se oyó más nada y me detuve en seco al darme cuenta que el camino había terminado. Me tomé de un árbol cuando vi como un tajo de barro rebotaba desde mi ropa hacia unas hojas frente a mí, y veía como se deslizaba entre las mismas demostrándome que si hubiese continuado corriendo había acabado muerta en la enorme depresión frente a mí. Mis brazos se resbalaban del árbol, sentía que caería en cualquier momento.

Rayos.

Un golpe seco sobre mí, me hicieron hacia atrás chocándome contra el suelo. Sentía el frío en mi espalda, pero al mismo tiempo sentía una cálida temperatura humana sobre mi pecho, había apretado mis ojos ante el miedo, comencé a suavizar el cierre de mis pupilas al pasar los segundos, un cosquilleo se paseó por mis mejillas y aspiré un intenso olor a jazmín. Abrí un ojo sin entender que era lo que sucedía.

Alguien estaba literalmente tumbado sobre mí.

Y  me encontré ahí con quien sería el responsable de mis futuras rabietas de niña pequeña y confusiones de anciana inmadura. Sus rizos hacían cosquillas en mis mejillas, y sus ojos se paseaban por mi rostro entero, advertí  un calor en mis mejillas que de seguro se convirtió en un tierno color carmín. En momento dado se detuvo frente a frente contra mis ojos y sonrió.

-¿cómo es que sigues siendo tal cual?- murmuró




3 Sonatas:

  1. Alguien estaba literalmente tumbado sobre mí.

    Epa xD qué con eso

    sdhakshdajshdsdasd I mean, tiene que ser Michael, estoy segura de que él huele a Jazmín.

    ¿Sabes? cuando vi el cap dije: WIII ES LARGO 8D, pero cuando ya iba por la parte más interesante, ya vi el coso que dice ¬ : "0 Sonatas:

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    Meh, me molestó tanto sdhagdasdasd. Jajá, pero bueno, se que subirás pronto.
    Las fotos que tomará Evelyn son de Mérida, verdá? :B I mean, del lugar a dónde tu fuiste.
    Que lindo es tener las fotos a un click en la barra lateral.

    (BARRA LATERAL ----- >>)


    sdjakdhsdjahsjd
    "rabietas de niña pequeña y confusiones de anciana inmadura"

    Me comporto así a veces .-.



    Bai :B

  1. Sandy Jackson dijo...:

    Hay que te puedo decir, me encanto me fascino, escribes increíble, por favor espero que publiques pronto ya quiero leer el siguiente capítulo.

    Cuídate mucho y que Dios te bendiga.

    +T.K.M.+

  1. JAJAJAJAJAJAJJA

    no entiendo ._. xddd

    Bueno osea si entiendo pero aun todo es raro y Michael es misterioso y me saca de quicio que sea misterioso porque lo hace muy bien y eso confunde xd pero apenas llevas tres capítulos, te estas tomando tu tiempo, desgraciada DDD:

    Me gusto el final c: osea me lo imagine más detalladamente que todo xd

    Eso significa queeee.... ¡TIENES QUE SUBIR PRONTO! pero cuando digo pronto es que, ya, ahora, mañana a más tardar.

    Tu y Kati me hacen sufrir terriblemente porque sus novelas son las únicas que leo y ustedes, desgraciadas, se toman el tiempo del mundo para publicar. Me dañan </3 (?)

    En fin, esta de más decirte que escribes de maravillas y quien no lo aprecie debería de morir dolorosamente. Y que se le borren las canciones del ipod (?

    xo

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