Capítulo
03: Y dirías que no existe
No
sabría definir si aquello que veía ante mi me había cautivado, o si simple y
llanamente tenía problemas para socializar con los demás, la cuestión para mí
era tratar de disimularlo, pues el colmo era que mis hermanos tuviesen
presentes en esa clase de eventos que parecían ya una clara costumbre desde
siempre en mi vida. Suspiré tratando de despegar mis ojos de los de aquel
sujeto sin mostrarme nerviosa.
-¿Quién
me lo asegura?- fue lo que logré articular, pues aquel nuevo personaje afirmaba
con mucho hincapié que no corrían peligro alguno
-Yo
mismo, si es de su agrado.- respondió con un tono de voz por más que
adecuado, el no “tutearme” me molestó un
poco, no podría pasarse de listo así conmigo
-¿Oh,
enserio? Se lo agradezco mucho, pero ya es tarde- tomé de nuevo a Katie de un
brazo para dar a entender que pretendía irme
-¡No
podemos irnos así porque si!, Mrs. Thomas nos espera para el té, ¡No podemos
desperdiciar su té!- gritó Jouliane
-¡No
sé quien sea ese Mrs. Thomas y no deseo saberlo, Jouliane!, ¡Nos vamos!-
-No
hay necesidad de alzar la voz- masculló de nuevo el sujeto con voz
aterciopelada, callándome de inmediato. En cuanto bajé mi mirada noté que
lágrimas bajaban de las mejillas de mi hermana menor, otra vez… por mi culpa.
No
sabía quién rayos era ese tipo, pero ya comenzaba a crear en mi bastante
polémica, me sentía de nuevo acorralada, y no sabía si era por la razón de
regresar al pueblo, la muerte de mi madre, o todo lo que últimamente me
sucedía. Estaba aturdida y solo quería irme a casa con mis hermanos, pero por
un par de segundos creí que los estaba encerrando también, cuando quizás lo que
ellos necesitaban era salir de todo, pero, ¿con él? El brincar hacia una nueva
vida era buena idea, pero a él apenas le conocía, parecía tan absurdo. ¿Qué
hacía ahí? ¿Él debía ser entonces la ayuda?
No,
por supuesto que no.
-Muchas
gracias por todo, y disculpe la intromisión de mis hermanos… esto no se
repetirá nunca- dije viendo a quienes se acercaban a mí con desdén, el sujeto
seguía mirándome inexpresivo, soltó un
suspiro y cruzó sus brazos, mirándome fijamente, si, en señal de desaprobación,
pero no me importaba.
Por
alguna razón ahora estaba hirviendo en enojo.
*
-¿En
donde rayos estaban?- preguntó lo evidente Edward en cuanto llegamos a la casa,
comía en la cocina, caminando de aquí para allá mientras masticaba preparando
alguna cosa que provenía de un sobre.
-Puedes
preguntárselo a tus hermanos.- dije sarcásticamente, pasando a su lado yendo al
gabinete superior que se encontraba sobre el fregadero, ahí había dejado mi pastillas para la
migraña, iba a venir una fuerte, la sentía raspar mi cráneo.
Peter,
Katie y Jouliane solo estaban ahí, parados casi con la cabeza rosando con el
mismísimo suelo.
-No
entiendo porque se empeñan de quitarnos lo único que nos anima- farfulló
groseramente Jouliane
-¡Pues
encuentra otras cosas que te animen!- respondí al instante, con voz fuerte
-¡No
eres mi mamá!- fue lo último que gritó, y cual meteorito incendiado con miles
de reacciones químicas desde su núcleo hasta cada chispa de fuego que expulsa,
corrió escaleras arriba derramando tibias lágrimas.
Me
quedé inmóvil, Edward pasó a mi lado sin decir nada y acabo de echar en un
embase plástico un polvo, olía a suero. Luego Peter y Katie se agacharon del
otro lado de la barra de la mesa de la cocina, al notarles recordé algo
bastante peculiar, y si del otro lado estaba la razón de ese recuerdo débil,
les aseguro que iba a terminar completamente enloquecida.
Ronda
estaba sentada, recibiendo el alimento que Edward le daba con entusiasmo,
meneando lentamente su cola mientras Katie le acariciaba el lomo, por su parte
Pet ayudaba a Ed con lo que podía. Quedé perpleja. ¿Qué no había sido ella
quien me había dirigido hacia allá en la colina? Era imposible siquiera
imaginarlo al verla en aquel estado, estaba débil, apenas y podía estar
sentada, y apenas podía tragar.
-No
te sientas como una inútil.- soltó Edward que levó su vista hacia mi –el
problema no es que lo seas, el punto está en que ya somos lo suficientemente
grandes como para decidir por nosotros mismos lo que podemos hacer-
Guardó
silencio y completó con un claro “ley de acción y reacción”.
-¿eh?-
dije, volvió a su trabajo arduo con nuestra perra
-Si
tengo tacto con los demás, posiblemente lo tendrán conmigo-
Acarició
la cabeza de Ronda y esta le devolvió en cariño con un intento de lamer su
mano, meneando cansadamente su cola. Esa creo que fue una manera sutil de decir
que posiblemente no me necesitaban, en aquella posición pensaba si era yo la
dependiente a ellos, o si eran ellos lo dependientes a mí. Subí las escaleras
pensando en ir a hablar con Jouliane, sin embargo cuando en el pasillo me
detuve frente a su puerta desistí. Era una cobarde, y quizás solo ocasionaría
que se enojase más. Esperaría a que ella intentase acercarse, confiaba en ella,
y la verdad no estaba enojada, mi enojo era más sobre mí misma, que siempre me
regocijaba diciendo o creyéndome la más madura de todas, y ya para aquellos
segundos dudaba hasta de mi misma.
Seguí
de largo hasta que llegué a mi habitación, y junto a la cama me dejé caer sobre
el suelo de madera. Como me hacía falta el “golpe de gracia” que siempre me
daba mi madre en aquellas ocasiones, ella tenía una precisión para darle la
vuelta a cualquier problema que a veces me daba miedo, podía hacer que un desastre
nuclear se viese como una pequeña hebra de azúcar que podía esconder bajo la
alfombra.
Abracé
mis piernas hacia mí con la cabeza caída hacia un costado. Mi madre era tan
espectacularmente frágil, que parecía difuminarse entre recuerdos cual tiza de
color blanco, y temía soplar muy fuerte, pues sentía que su rostro
desaparecería de mis pensamientos. ¿Podía yo olvidarla?, su rostro que jamás
volví y volveré a ver. Ella tenía la habilidad de darme más seguridad, tengo
ese bendito problema que nunca supe como sustentar, es como si sintiese tras mi
espalda un peso bastante grande, por un
instante pensé en que quizás era obvio lo que había sucedido en valle normal,
por un instante sentí estar “acostumbrada” a la distancia de mi madre y yo en
aquellos momentos.
-vidas
pasadas- susurré. ¿Lo ven? Comenzaba a enloquecer.
-¡Hey!... hey…- trataba de sacarme de mis
pensamientos negativos
-¿crees que sea buena idea?- pregunté
nerviosa al acabar, se que podía ir, pero de todos modos era un cambio radical,
mi madre me miró fijamente
-Pero… ¿Qué pregunta es esa?-me dijo con
tono de regaño al momento en que alzaba una ceja
-¿Cómo que qué pregunta es?- inquirí
enojada, inflando una mejilla –¡¡es un lugar totalmente diferente!!-
-¿Y eso qué?
No le veo el problema- me dijo mirándome fijamente, encogiéndose en
hombros exageradamente
-¡No entiendes!- malcrié entre berrinches
-La que no entiende es usted señorita- me
apuntó amenazadoramente con su dedo-si ha ganado el merito de ir allí es porque
tiene potencial ¡Utilícelo!... o se verá en serios problemas conmigo- me miró
con su típica mirada, con aquella con la cual me pedía crecer, hacerme grande
como persona, cumplir mis sueños.
Luego sonrió, aquello quizás es lo que más
extrañaba, ella era tan hermosa, desde aquellos cabellos caobas que siempre
tenía entrelazados en una pequeña trenza, hasta el combinar de su piel de
melocotón como la de Jouliane, con sus ojos de chocolate, que siempre brillaban
con gran intensidad cuando sonreían junto a sus labios.
<<Recuerda, que los obstáculos son
imaginarios>>
Sonreí
con nostalgia, aquella fue la última tarde en que vi a mi madre con vida, luego,
solo llegué a Valle Normal para no verla jamás, ni siquiera en el entierro
estuve, ¿Qué clase de hija era yo?, ni siquiera podía tomar bien el papel de
hermana mayor. Como extrañaba sus
abrazos, como extrañaba sus pellizcos, como extrañaba la simple y típica idea
de que estaba esperándome en casa, aunque yo odiase mi pueblo natal con cada
pedacito de mi alma.
Regresaba
solo por ella, regresaba solo por mis hermanos. Regresaba porque al fin y al
cabo, mis desagravios en la escuela quizás no tenían nada que ver con los
demás.
La
puerta rechinó, viré hacia su dirección preocupada, asustada, pues ese día se
habían dado a la tarea de intentarme volver loca, sin embargo, no había nada de
que temer, solo era Jouliane, que asomaba su cabeza con cautela por la pequeña
abertura que había hecho al abrir la puerta.
-¿Sucede
algo?- me preguntó, parecía preocupada
-¿a
qué te refieres?- dije volteándome hacia ella
-Te
estuve tocando la puerta, pero no me ponías atención… así que…- advertí como
lagrimas cristalinas bajaban por sus mejillas, Jouliane siempre había sido muy
respetuosa, recta en todo momento y sería incapaz de levantarle la voz a
cualquiera. Sabía que algo le sucedía y tenía sus razones, no debía juzgarla ni
mucho menos.
-¡Hey!
Solo estaba pensando, últimamente me distraigo mucho- reí, y me acerqué a ella
para abrazarla, -tienes mucho que decir, ¿no es así?- la invité a entrar y
accedió un poco temerosa. Las siguientes
horas conversamos muchísimo, supe cada detalle de esos 3 años que me perdí de
mi hogar, supe desde cuantas veces vacunaron a Ronda hasta cuantas novias tuvo
Jonathan. No podía evitar sonreír, porque muy por lo bajo, Jouliane y su luz me
recordaba a mi madre y a Olga, la única persona que me brindó apoyo en la
ciudad capital.
Al
día siguiente la mañana fue igual, y al siguiente también, pronto había llegado
el miércoles y los chicos parecían estar pensando mucho en el incidente del
castillo, esa mañana hablaban de cada rincón del lugar, yo entendía esa clase
de ‘mensajes subliminales’, ¡claro que sí! Yo se los había enseñado, de esa
manera pretendíamos salirnos con la nuestra cuando le pedíamos algo a mamá.
-¿Qué
sucederá con Mike?- susurró entre su dulce voz Katie, sonriendo
aterciopeladamente como solo ella y toda su ternura agridulce lo sabe hacer.
-¿a
qué te refieres?- le dije, aun a sabiendas de que podría referirse a cierto
castillo con cierta persona que no conocía bien, pero que según las risas de la
noche anterior de Jonathan a cerca del tema de ir allí podría cuestionar el no
confiar. Suspiré ante la cara tierna y cuidadosa que los chicos me pusieron,
reflexionando en qué hacer.
-una
hora y media- dije apostando
-¡Tres
horas!- tanteó Peter al instante
-¡Dos
horas y es mi última oferta!-
Sonrieron
a más no poder, y tomaron sus cosas, salieron corriendo a su escuela luego de
despedirse de Ronda, que estaba mucho mejor, y los veía irse con su cabeza
torcida hacia un lado.
-¡Recuerden
mantenerme al tanto!-
Corrieron
por demás felices de su permiso y yo al verlos así tan plenos me resigné
rápidamente, debía encontrar una escusa para la tía Ruth. De seguro encontraría
un problema para dichas visitas al mítico castillo si se entera, y créanme que
da mucho miedo, puede enterarse de casi cualquier cosa, a pesar de los
kilómetros que la separaban. Lista con
todas las labores que me tocaban ese día, me di una ducha para arreglarme para
la ‘cita de trabajo’ que tendría ese día, era miércoles.
No
sabía qué clase de ropa debía llevar, así que opte por algo sencillo, una blusa
color ceniza de tirantes, y encima una camisa manga larga color negro. Siempre
odié los blue jeans, así que opté por un pantalón de gabardina de corte
femenino y un par de zapatillas bajitas de color negro. Estaba lista en cuanto
dejé mi cabello suelto, un poco de sobra negra y labial color vinotinto. Apreté
la carpeta de fotografías que tenía y salí de casa luego de que me coloqué mi
bolso en el hombro, era un ‘bandolero’, con ese nombre me lo vendió la mujer en
el mercado de Mérida hacían años.
Llegué
a la ciudad en cuestión de unos 15 minutos, estaba todo tan distinto a cuando
yo era pequeña, antes era más desértico, ese cambio lo vi haciéndose realidad
desde que había cumplido 7 u 8 años, un grupo de comerciantes y músicos
llegaron de otro lugar, creo que eran algunos europeos y otros venían de otras
partes de Latinoamérica. Entre ellos habían unos que mas resaltaban, eran el
murmullo de todos, el apellido de aquella familia era “Jackson” se decían que
vivían en el castillo que los chicos se empeñaban en visitar. Habían muchas
leyendas a cerca de ese lugar, recuerdo claramente que todos los chiquitos
siempre temían de acercarse ahí o a las zonas boscosas adyacentes. Yo siempre
pensé que lo más peligroso de ahí era que un lobo o zorro podía atacarte.
-Buenos
días- dije cuando encontré el edificio que me habían indicado en la dirección,
el enorme vigilante asintió con su cabeza, era un hombre de tez morena con
rasgos amigables, asintió solamente pues bebía un sorbo de café. Sonreí y sin
detenerme a esperar su respuesta entré de inmediato.
Llegué al segundo piso mirando hacia ambos
lados en el pasillo. A la final del mismo a mano derecha había un pequeño
escritorio, frente a una elegante puerta de cristal pulido que parecía un
mosaico de colores neutros. Había un nombre en dorado escrito en un recuadro
negro que estaba en el cristal Janet’s
Photographic’s, creo que leí. “bien, es extraño que no esté el nombre de la
dueña de la oficina” pensé “imagino que su nombre es Janet.”
-Buenos
días, tengo una cita con la señorita…- señalé la puerta y dudé en decir su
nombre -¿Janet?-
La recepcionista
despegó sus ojos de la pantalla de su computador, tecleaba elegantemente al
momento en que un pequeño micrófono adornaba su mejilla. Tapó el mismo, en
cuanto alzó su cabeza regalándome una sonrisa. Hablaba por teléfono y la había
interrumpido.
-Evelyn,
¿no es así?- dijo, asentí, y ella soltó su mano del micrófono –la información a
cerca de la publicidad de mercadeo de su empresa se la enviaré por correo en
unos minutos, ahí podrá contemplar un pequeño presupuesto- colgó la llamada y
se acercó a una libretilla que tenía entre los papeles y miles de utensilios de
oficina a su alrededor, sacó un lapicero y con un sagaz y ágil golpe en la mesa
logró hacerle sacar la plumilla para escribir. –Estas a tiempo- dijo hablándome
a mi –la señorita hace unos minutos que te espera, toma- me acercó un
formulario y señaló la puerta de mosaicos agonizantes –puede que tengas el
trabajo, resulta difícil conseguirlo, pero creo que tus fotografías son buenas-
me guiñó un ojo
-¿f-fotografías?-
dije, y miré mi carpeta. Si recapitulaba, Jonathan las había tomado el día
anterior por la mañana y me las había devuelto por la noche, no sabía por qué
las tenía, es más, si no me hubiese dicho que las tenía quizás las hubiese dado
por perdidas sin causa. La chica asintió ante mi confusión, me volteé hacia la
puerta de cristal segura de que mi lindo primito había de seguro pasado por ahí
mostrando las fotografías. ¡Qué aberración!
Entré
temerosa e insegura a la oficina que era bastante extensa, seguía en el
interior con colores neutros y una decoración por demás fría y elegante, no
obstante, para mi sorpresa había una foto enmarcada de una familia cubierta de
pastel, no pude detallar la foto ya que la señorita interrumpió mis
pensamientos despegando su atención de su laptop.
-Prima
de Jonathan, ¿no?- masculló con voz pedante –necesitarás más que eso para
entrar aquí.-
Me acerqué
a ella y alcé una ceja confundida.
-Pretendo
solo ejercer, no andar mendigando de que familia soy- inquirí, apretaba mis
manos hacia la carpeta que tenía, ella desvió sus enormes y hermosos ojos hacia
mis manos, ahora que la divisaba bien, me recordaba a alguien.
-Muy
bien, llenarás tu formulario al responderme lo siguiente- dijo levantándose de
su escritorio -¿Cuál sería para ti el principal principio de la fotografía?
Ya tenía
el ceño bastante fruncido, así que mi impresión no se notó bastante. Lo pensé
bien por unos segundos, ella me extendió
la mano pidiéndome mi carpeta de fotografías y se las extendí.
-No
todo es lo que parece- dije al cabo de un tiempo
Ella
que miraba las fotos seria sonrió medianamente.
-necesito
que me traigas 20 fotografías dentro de 3 semanas, tienes ese tiempo para
analizar bien lo que quieres y lo que no, si me agradan las fotografías tienes
el trabajo, si no, se irán a la base de datos y las usaré pagándote una pequeña
suma.-
-¿así
sin más?-dije, me miró con una expresión de ¿y
qué más quieres? -¿en qué me debo inspirar?- pregunté ante su expresión
-No
lo sé, solo intenta que sean fotos de la ciudad, está a su criterio-
Entregué
el formulario y salí casi corriendo del
lugar. ¿20 fotografías en tres semanas?, vaya lío en el que me había metido,
pensaba detalladamente en las palabritas que descargaría en Jonathan la próxima
vez que lo viese. ¿Cianuro? Podría utilizarlo en su chocolate antes de dormir. Caminaba
sin rumbo evidente casi sin poner atención hacia donde iba, hasta que me di
cuenta que casi mágicamente llegaba hacia el lugar que había recordado hacía
unas horas.
-plaza
municipal…- me dije –bosque “encantado”- caminé directamente hacia la geografía
boscosa que estaba en line recta frente a mis ojos. Verde por doquier, con
humedad, sentía que la temperatura bajo los árboles era cada vez más baja. Podía
dibujar figuras con el humo blanco que soltaba mi aliento. Miraba todo
detalladamente, incluso como mis pies se llenaban de lodo y humus.
*
-¿Te agradan?- susurró el de rizos en canto
dejaba caer varias piezas antiguas y de madera en las manos del sonriente
Peter. Este asintió con vigor.
-¡Es el ajedrez más hermoso que es visto en
mi vida!- dijo encantado
-¡Me debes una partida!- dijo el de rizos y
piel de cerámica, Peter volvió a asentir
-¿Para qué Michael? De seguro le ganarás,
¡no gana partida alguna desde que Mrs Thomas jugó con él!- dijo Jouliane que
estaba recostada en un enorme sofá junto a libros y a Katie que veía los
dibujos que le mostraba Jou desde un libro de historias.
Peter intentó fulminarle con la mirada,
Michael rió a carcajadas por tal escena.
-Eres muy bueno jugando al ajedrez, solo debes aprender a no
precipitarte demasiado, estoy seguro que es lo que Mrs Thomas te repite a todas
horas-
-eso lo sé, pero no es my fácil- le
respondió Peter al aliento que intentaba darle Michael
Este último de pronto guardó silencio, y
ante las miradas confundidas de sus visitantes se acercó a un ventanal viendo
hacia el bosque que rodeaba su castillo. Miraba a través del cristal mientras
con sus manos había hecho a un lado las viejas cortinas.
-¿sucede algo?- cuestionaron a coro los
chicos
-regresen a casa lo antes posible, por
favor, mañana les explicaré con más detalle-
*
Todo
para mí era hermoso, incluso el hecho de que si me quedaba quieta en un solo
lugar podría morir congelada, se hacía tan excitante estar ahí, no se escuchaba
nada, y si veía hacia atrás ya había perdido el paisaje borroso de la ciudad. ¿Había
caminado mucho o esa era la razón por la que decían que el bosque estaba
encantado? Sonreí a mis adentros comenzando a marchar de nuevo. Si recordaba bien el camino, caminando a unos
metros más en línea recta, encontraría un gran árbol que había estado ahí desde
hacía años, si doblaba a la derecha en ese lugar, llegaría mediante un atajo a
mi casa. Eso haría, pero pareció mala idea desde el principio entrar al bosque.
Sentí
pasos detrás de mí, justo cuando los pasos fueron más fuertes me detuve
tratando de localizar de donde provenían, alcé una ceja sintiéndolos de muchos
lados, miré hacia arriba en un acto de desesperación, se movían las ramas sin
viento, y sentía gruñidos. Temblé sin saber a dónde correr. ¡Sólo debía seguir
derecho!, en línea recta, y en canto emprendí mi huída corriendo, me sentí
completamente perdida. Había olvidado si esa era la verdadera dirección, ¿no
había yo doblado hacia la izquierda o derecha ya? Sentía como si alguien entraba
en mis pensamientos y revolvía todo con morbo y descaro. Ahora solo quería
correr para alejarme de lo que me acechaba.
Comencé
a correr rasguñándome seguidamente con las ramas retorcidas de los arboles a mi
alrededor, confundida por toda la vegetación que me rodeaba, por un segundo no
se oyó más nada y me detuve en seco al darme cuenta que el camino había
terminado. Me tomé de un árbol cuando vi como un tajo de barro rebotaba desde
mi ropa hacia unas hojas frente a mí, y veía como se deslizaba entre las mismas
demostrándome que si hubiese continuado corriendo había acabado muerta en la
enorme depresión frente a mí. Mis brazos se resbalaban del árbol, sentía que
caería en cualquier momento.
Rayos.
Un golpe
seco sobre mí, me hicieron hacia atrás chocándome contra el suelo. Sentía el
frío en mi espalda, pero al mismo tiempo sentía una cálida temperatura humana
sobre mi pecho, había apretado mis ojos ante el miedo, comencé a suavizar el
cierre de mis pupilas al pasar los segundos, un cosquilleo se paseó por mis
mejillas y aspiré un intenso olor a jazmín. Abrí un ojo sin entender que era lo
que sucedía.
Alguien
estaba literalmente tumbado sobre mí.
Y me encontré ahí con quien sería el responsable
de mis futuras rabietas de niña pequeña y confusiones de anciana inmadura. Sus
rizos hacían cosquillas en mis mejillas, y sus ojos se paseaban por mi rostro
entero, advertí un calor en mis mejillas
que de seguro se convirtió en un tierno color carmín. En momento dado se detuvo
frente a frente contra mis ojos y sonrió.
-¿cómo
es que sigues siendo tal cual?- murmuró
Alguien estaba literalmente tumbado sobre mí.
Epa xD qué con eso
sdhakshdajshdsdasd I mean, tiene que ser Michael, estoy segura de que él huele a Jazmín.
¿Sabes? cuando vi el cap dije: WIII ES LARGO 8D, pero cuando ya iba por la parte más interesante, ya vi el coso que dice ¬ : "0 Sonatas:
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Meh, me molestó tanto sdhagdasdasd. Jajá, pero bueno, se que subirás pronto.
Las fotos que tomará Evelyn son de Mérida, verdá? :B I mean, del lugar a dónde tu fuiste.
Que lindo es tener las fotos a un click en la barra lateral.
(BARRA LATERAL ----- >>)
sdjakdhsdjahsjd
"rabietas de niña pequeña y confusiones de anciana inmadura"
Me comporto así a veces .-.
Bai :B